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Comunicado de la 4ta Marcha del Orgullo Disidente de Villa Mercedes

Sobre las reacciones de diferentes medios hegemónicos y funcionarixs públicxs de la provincia ante una de las intervenciones artísticas realizadas durante la Marcha.
El 8 de diciembre de 2017 se llevó a cabo la 4ta Marcha del Orgullo Disidente de Villa Mercedes, un evento artístico-político que se organiza cada año entre autoconvocadxs de la ciudad de manera abierta, autogestiva y horizontal, con escasísimos recursos pero con muchísimo amor y convicción. La actividad comenzó en plaza San Martín y, pasando por plaza Pedernera, terminó en plaza del Mercado. Una de las intervenciones que ocurrieron durante la marcha generó una exagerada reacción de la comunidad más conservadora de la ciudad: medios, funcionarios públicos y ciudadanxs, cual cazadores de brujas, mintieron y tergiversaron los hechos ocurridos en la intervención, dejando en evidencia la impunidad con la que legislan sobre nuestros cuerpos y libertades y el poder que tienen para perpetuar en la opinión pública un odio fascista hacia la parte más disidente de la comunidad lgbt.
Como se puede ver en varios registros audiovisuales, la intervención artística sucedió en la vía pública y consistió de un minuto de silencio por Azul Montoro, seguido de la lectura de un poema de Susy Shock (Besos) acompañada de una fila de bengalas multicolores. Al poema le siguió un besazo, y finalmente, una alabanza espontánea a la escultura de una vagina de 1,80m que una iglesia -mucho más creativamente que nosotrxs- bautizó como “el Santo Coño Rebelde”. En ningún momento se gritó que íbamos a quemar la iglesia, en ningún momento hubo interacción entre lxs marchantes y lxs peatones, en ningún momento violentamos la seguridad ni la salud de nadie. En unos minutos, la marcha siguió pacíficamente su rumbo hacia plaza del Sesquicentenario.
A quienes profesan la tolerancia y el respeto, les pareció extremadamente “ofensiva y ridiculizante” la imagen de una vagina. Es decir, les parece un insulto la genitalidad de media población humana –a la que parecen temer y odiar aunque de ella hayan nacido-, y así demuestran las graves consecuencias de una educación del tabú, represiva y pudorosa, y sin una educación sexual integral. Una concha/vagina/vulva es para la iglesia una gravísima ofensa, un motivo de horror.
Dicen que pedimos se nos respete como individuos de mala manera o con mal gusto. Sin embargo, no faltamos el respeto de ningún creyente ni individuo, porque denunciamos instituciones y poderes, no personas. Aunque no mendigamos respeto individual, sí pedimos que se respeten nuestrxs derechos como grupx humanx. Que se respete el carácter laico del Estado: mientras la iglesia promueve el ataque a nuestra comunidad, el Sr. Intendente comunica que va a disponer de los recursos de todxs, “como fiel”, para ayudar con esta persecución y amedrentamiento, utilizando su poder político y los recursos públicos para imponer su creencia religiosa personal y fomentar el castigo y la censura. Que se respete la implementación de la ley de educación sexual integral y se termine la presión eclesiástica que entorpece la garantía de este y otros tantos derechos. Que se respete el derecho a circular libremente: no es delito caminar, bailar y cantar por la vía pública como no es delito verse demasiado marica o muy poco normal. Que se respete la libertad de expresión: se nos acusa de “profanar” o “blasfemar” (categorías de la inquisición), pretendiendo que la “libertad religiosa” es “libertad de castigar al que incomoda mis creencias”, y pisoteando nuestro derecho a expresarnos de manera simbólica y pacífica.
La manera o el gusto con el que marchamos están sujetas a la opinión personal, y creemos que el arte debe generar una reacción o perturbación. Somos conscientes de que nuestros cuerpos pertenecen a la “rareza” para muchxs, y somos concientes de las representaciones simbólicas que generamos. Nuestra acción artística-política es declararnos presentes y visibles, festejando las diferencias que nos unen ante un aparato represivo que dicta cómo debemos ser; para una parte de la sociedad mercedina la marcha fue bellísima y empoderadora por este mismo hecho (el arte debe poner en evidencia esa grieta en nuestra cultura). Parece ser que si somos demasiado raritxs no somos dignos de respeto (sino a ser tratados como mendigos del mismo) ni somos tolerables (aunque no deseemos su tolerancia).
Otro reclamo tanto de algunos medios como de otra parte de la comunidad lgbtiq (políticamente correcta y afiliada al poder provincial), es que “pedimos tolerancia pero somos intolerantes”. A esto respondemos: NO PEDIMOS TOLERANCIA. La tolerancia es el escondite a plena vista del odio. Cuando uno tolera un dolor de espaldas, desearía que este no exista –detesta su presencia-, entonces intenta hacer de cuenta que no está ahí. Se tolera algo que se cree en el fondo maldito/feo/incorrecto, se tolera siempre “desde arriba” –desde una verdad absoluta. “Recemos por su conversión”, “¿tienen que ser tan gays?”, “cómo quieren que los toleren si mirá lo que son”, son algunos ejemplos claros de odio disfrazado en un discurso de “armonía y tolerancia”.
Nosotrxs, en cambio, podemos declararnos INTOLERANTES de varias cosas. No aguantamos ni toleramos más el juicio moral de una institución que sistematiza y encubre (“tolera”) la pedofilia y el abuso sexual infantil, mientras nos tilda de inmorales por cantar con peluca o informar sobre sexo seguro. No toleramos la hipocresía con que muchxs juzgan desde el templo con su familia, y a la noche se acuestan en nuestras camas. Intolerable es el uso partidario que hacen de las políticas anti-discriminatorias, mientras eligen a quién acercar ayuda y a quién no. No toleramos las mentiras y teorías conspiranoicas con las que medios y funcionarios difaman y promueven violencia hacia nuestrxs cuerpxs: no somos ninguna “conspiración internacional contra la patria y la familia”, ni estamos afiliados a partidos, y la única ayuda financiera que tuvimos fue la poca que había en nuestros bolsillos (el municipio ni siquiera nos prestó electricidad en la plaza). Nuestra intervención no fue violenta ni criminal, a lo sumo diferente y ruidosa. En ningún momento agredimos a los feligreses ni a las personas individuales que profesan libremente su fe (basta con ver el video), sino que denunciamos las actitudes repudiables de la institución eclesiástica.
La respuesta más reaccionaria fue, quizás, la de una parte de la propia comunidad lgbtiq. Bajo un escudo hecho de banners carísimos ploteados con llaves y shows “aptos para todo público”, se adjudicaron la única representatividad de la comunidad lgbtiq entera. Dicen que “no representamos a la comunidad”, que ellxs sí. A esto respondemos: NO REPRESENTAMOS A NADIE MÁS QUE A NOSOTRXS MISMXS. NO REPRESENTAMOS, NOS PRESENTAMOS: como otra comunidad, como otra forma de vivir, como otra forma de afectarnos y querernos. Nuestrxs cuerpxs hablan y se representan a sí mismos, porque nuestros derechos no son de ningún gobierno ni representante. Nuestros cuerpos son un hecho artístico y político, son una manifestación de libertad, colores y disidencia, ante la mirada represiva de la normalidad y la corrección política.
SOMOS TUS HIJXS, AMIGXS, HERMANXS, AMANTES, DOCTORXS, PROFESORXS, COMPAÑERXS DE PARROQUIA, VECINXS.
SOMOS TORTAS, TRAVAS, PUTOS, TRANS, MARICAS, RARITXS, Y EL ESPACIO PÚBLICO TAMBIÉN NOS PERTENECE. LA ÚNICA AMENAZA QUE REPRESENTAMOS ES A LOS PREJUICIOS. Aquellos prejuicios alimentados por la ignorancia, la invisibilización y la clandestinidad que promueven el estado y la moral religiosa de la derecha conservadora.
Denunciamos la persecución y el amedrentamiento promovido por el municipio, los distintos medios de comunicación, las instituciones que adhirieron a sus mensajes y la comunidad más homo-lesbo-trans-fóbica y sexista de la ciudad.
Ante la publicación de nombres y datos sensibles de miembrxs de nuestra organización y participantes, en tono de cacería de brujas, HACEMOS RESPONSABLES a la dirigente de ATTTA San Luis y funcionaria pública, Gema Rosales, y al Sr. Intendente Mario Raúl Merlo, por cualquier situación de violencia y/o persecución que pudieran vivir dichas personas nombradas en los medios.
Denunciamos la criminalización de la protesta y el disenso pacífico, queriendo censurar un arte que incomoda y que es necesario en el contexto de represión que estamos viviendo.
Ahora, más que nunca, resistimos.

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