Precarización laboral en el Instituto de Formación Docente Continuo-San Luis
julio 7, 2014
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Por Mauro Forlani*
Semanas de incertidumbre, de estrés, de malestar institucional que se apoderan de los ánimos de lxs docentes de los Institutos de Formación Docente Continua San Luis y Villa Mercedes (IFDC). Días de tensiones, alarmas, sorpresas y estupor por las dos “recomendaciones” de no revalidación de cargo académico señaladas, de modo arbitrario, por miembrxs de la nueva gestión de Educación Superior de nuestra provincia. Son dos los casos testigos. Si bien ya son doce los años de frágil y precarizada labor pedagógica en los Institutos Terciarios de la provincia, es la primera vez que ocurre un episodio de semejante carácter extorsionador a trabajadores docentes. Es la novedad amenazadora que baja desde el poder disciplinario, feudal-autoritario y neoconservador. A decir verdad, ya había indicios simbólicos de la agudización de los mecanismos de coerción, con el advenimiento de la reciente directora de Educación Superior, cuando lxs docentes son convocadxs a consumar sus respectivas reválidas de los cargos en las infraestructuras de la “pirámide del gobierno”, cuando por fuerza de hábitos y costumbre siempre se han desarrollado en las instalaciones de sendos Institutos.
Se configura una situación evidentemente injusta y desmesurada, en la que el poder busca instalar, naturalizar en la comunidad docente -con un fin desmovilizador- que “ellos son los culpables” de esta primera vez en años de funcionamiento institucional. Que “ellos han hecho mal las cosas”, que “están flojos de papeles”, que “ellos se la habrían buscado”. Qué casualidad, ¿no? Frases que suenan parecido al conocido argumento “algo habrán hecho”.
En un primer momento, en algún interregno de nuestrxs pensamientos, lxs docentes aceptamos estas versiones del poder para justificar inacciones, parálisis desde el claustro pedagógico, pero enseguida, velozmente se apodera de nuestras conciencias la fragilidad de nuestros proyectos, la precarización de nuestra existencia laboral. Entonces, sobrevienen las catarsis en asambleas auto-convocadas, los interrogantes de lo sucedido. Se van aclarando panoramas. Los “señalados” argumentan, se esfuerzan con vehemencia en dar explicaciones estrictas, las más convincentes posibles, dan cuenta ante sus pares no sólo de lo falaz de las acusaciones, sino la dimensión pedagógica patética y absurda (del reino de lo insólito) en las que están sostenidas sus supuestas faltas.
Y por los pasillos del IFDC, también circulan noticias de la existencia de presiones, de extorciones, en el mejor de los casos recomendaciones desde Educación Superior al resto de los miembros de los jurados (docentes del IFDC, también ellxs), para que contribuyesen con un voto impugnador en los dos casos “críticos” de las mencionadas instancias evaluativas. Algunxs de ellxs son acusadxs, incluso de corporativxs, ante la negativa, ante la mínima resistencia.
Frente este escenario de angustia y de incertidumbre, los docentes afectados realizan descargos argumentativos a dirección de Educación Superior. Y solicitan ampliación de dictámenes de sus respectivas reválidas que Educación Superior debe elevar al Ministro de Educación o el Jefe de Gabinete. Educación Superior dilata la culminación de los dictámenes alegando demora en la llegada de las capetas por motivos administrativos, (¡Que ironía! A nosotrxs nos controlan el detalle, el “pelo en el huevo” y ellxs se toman todo su tiempo violando reglamentos básicos fijados por el mismo Ejecutivo).
De modo simultáneo, se organizan reuniones, asambleas con lxs pares pedagógicos para informar los “pasos dados”. Se convoca, también, a lxs alumnxs de la Institución. Reaparece Superior con su trato autoritario y feudal, amenazando a lxs alumnxs, “que ni se les ocurra actuar”. Educación Superior apela a sembrar miedo intentando naturalizar, ésta vez en el estudiantado, que la culpa se halla en los docentes afectados.
El ambiente institucional permanece enrarecido, tenso y sobrevienen nuevos interrogantes, nuevas incógnitas, angustias inesperadas, horizontes de incerteza. Algunxs docentes, lxs más militantes, lxs más ideologizadxs ensayan respuestas , despliegan convicciones, que se pueden resumir en lo siguiente: La reciente directora de Educación Superior busca agudizar, radicalizar los mecanismos de control, de disciplinamiento, de coerción, de vigilancia no escatimando -si es necesario- llevar tales mecanismos al ámbito de lo insólito, de lo demencial. No se permiten un matiz de autonomía, una limitada resistencia. Se sacralizan las reglamentaciones. Una verdadera tiranía de los procedimientos. No importa la calidad educativa. Se infravalora la profundidad académica. Importa fabricar “individuos dóciles”, adecuados al dispositivo del poder como magistralmente señalara el conocido sociólogo Michel Foucault. Igual Michel se queda corto, Michel no alcanza para explicar el funcionamiento perverso del ámbito educativo en esta provincia. Se hace necesario complementar que este dispositivo del poder propio de estructuras disciplinarias, identificadas por el francés, se halla ensamblado en una amalgama feudal-autoritaria propia de esta provincia en las prácticas cotidianas. Te tratan, te tutelan como niñx, o mejor expresado como siervxs concebidxs, como desprovistxs de toda razón por parte de la autoridad feudal. En esta vinculación de sometimiento, de opresión, se le niega al dominado cualquier derecho a la argumentación, al dialogo. Ante la presencia de la menor disidencia, te espera la amenaza, la extorsión, el miedo. Sin embargo, a diferencia del feudalismo clásico donde la servidumbre tenía garantizado un pedazo de terruño para vivir, aquí, en este “otro país”, la amenaza es de tipo neoliberal o neoconservadora. Con contratos laborales precarios te recuerdan que la “cátedra no te pertenece”. Te resuenan que estás alienado, que el control sobre tu proyecto de vida depende de la autoridad, que amenaza con el castigo ejemplificador de expulsarte al ostracismo del parado, de la desocupación.
Resumiendo, se trata de un monstruo opresivo de tres cabezas. El poder disciplinario, el feudal-autoritario y el neoliberal. Un ejemplo sintético, preciso y contundente de lo comentado se ve reflejado formalmente en el anexo I del decreto que regula la reválida del cargo por parte de lxs docentes de los IFDC de la provincia. Dicho anexo, en uno de los tópicos que debe completar el/la docente, sostiene explícitamente: “instancia de reválida del cargo a la que se somete”. Con esta última palabra, está todo dicho; así nos quieren.
*Docente del IFDC-San Luis